DOMINGO XIV


Los cristianos solemos desanimarnos por varios motivos.

1. Nos desanimamos cuando vivimos en soledad porque todo el ambiente que nos rodea se rebela contra Dios y su reino como nos lo explica Ezequiel. Jesús estuvo sólo pero nunca se desanimo. No cedió ante todo cumplio la voluntad del Padre. Pensar en Getsemaní nos enseña mucho.

2. Nos desanimamos cuando al final parece que triunfan los soberbios como nos enseña el salmo. Los creídos. Los satisfechos. No es fácil por ejemplo ser cura y que te trasladen por presiones de "gente poderosa". Duele mucho ver como al final ellos vencen. Pero la clave está en mirar a Jesús. Ni Pilatos ni Caifas tienen la última palabra en la vida. Él también sufrió el sarcasmo atroz de los que ejercen el poder de manera siniestra. Y no por ello se desanimo. Y el Padre que no lo abandonó, le resucitó.

3. Nos desanimamos cuando nuestras debilidades morales nos cercan. Si soy pecador no puedo hacer esto, o no puedo hacer lo otro. No puedo asumir tal o cual responsabilidad. Pero eso es un error. Jesús le dijo a Pedro cuando le pidió que se apartara de él porque era un pecador que "no importaba, Él lo haría un pescador de hombres". No estamos aquí para dar testimonio de perfección. Sino para mostrar que sólo podemos mantenernos en pie en su presencia por su infinita misericordia. Por gracia somos lo que somos.

4. Nos desanimamos cuando vemos que nuestros conciudadanos no ven lo sagrado y divino que alienta en nuestro interior. Solo ven nuestro lugar en el mundo y listo. No ven nada especial en nosotros. Son incapaces de percibir la trascendencia. Solo ven lo inmanente. Jesús también fué considerado el hijo del carpintero y de "la" María. Y no vieron que era el Hijo de Dios. Y no por eso dejó de anunciar el Evangelio.

5. Nos desanimamos cuando los demás no creen en nosotros. Cuando no nos regalan su fe. Esto pasa mucho con los padres católicos que tienen hijos no católicos. No han podido convencerlos. Pero es que no se puede convencer a nadie de nada. No tenemos derecho. Cada uno se convence solo de lo que quiere. Es una decisión personal. Y aunque nos duela tener que aceptarlo, así es y así debe ser. A Dios también le duele pero así lo quiso Él. Nuestra libertad personal es sagrada. Además en Cristo no creyeron y no pudo hacer milagros entre ellos. Pero lejos de desanimarse se dirigió a otros lugares para seguir anunciando el evangelio a quien quisiera escucharlo.

La verdad es que escuchando la Palabra de este Domingo uno entiende por qué muchos curas y seglares cristianos se desaniman. Pero la clave es la misma: No escuchamos la palabra de Dios lo suficiente. Pues de lo contrario nos entenderíamos perfectamente en Cristo. Así que la cosa es clara: si no quieres perder el ánimo mira a Cristo y Él te inundará con su fuerza.